Uso de antibióticos en la crianza de animales y la agricultura en el marco de los Planes de Acción Nacional en la Región Andina

Dic 14, 2022 | Artículo Ciencia Digna_N02

Use of antibiotics in animal husbandry and agriculture within the framework of the National Action Plans in the Andean region

Bacacela Arévalo, Carlos[1] y Quizhpe Peralta, Arturo[2]

RESUMEN: El plan de acción global frente a la resistencia a los antimicrobianos (RAM) nace en mayo de 2015 en la 68ª Asamblea Mundial de la Salud, para hacer frente a esta creciente problemática, destacando que la resistencia bacteriana a los antibióticos (RBA) es el tipo de farmacorresistencia que más urge ser contenida. Posterior, en el año 2016 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) y la Organización Internacional de Salud Animal (OIE) expiden sus planes y estrategias globales para apoyar los esfuerzos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de sus Estados miembros en el desarrollo de sus Planes de Acción Nacional (PAN) con un enfoque intersectorial. En la primera parte, se describe la situación a nivel global con respecto a la creciente problemática del uso de antibióticos en la crianza de animales para consumo humano, así como los impactos de los sistemas intensivos de crianza sobre los ecosistemas; luego, se analiza la situación a nivel de Latinoamérica y la región andina. En la segunda parte, se analiza el carácter intersectorial de los PAN en la región andina y del desarrollo de líneas estratégicas de acción de acuerdo a sus objetivos y de los avances en su implementación en el sector animal, la agricultura, la seguridad alimentaria, producción de alimentos y ambiente. Finalmente, se plantean algunas líneas estratégicas para aportar en la implementación de los PAN desde las experiencias de los productores y la sociedad civil.

PALABRAS CLAVE: Resistencia bacteriana. Antibióticos en ganadería y agricultura. Planes de acción nacional.

ABSTRACT: The global action plan against antimicrobial resistance (AMR) was born in May 2015 at the 68th World Health Assembly, to face this growing problem, highlighting that bacterial resistance to antibiotics (FBR) it is the type of drug resistance that most urgently needs to be contained. Subsequently, in 2016 the United Nations Food Organization (FAO) and the International Organization for Animal Health (OIE) issued their global plans and strategies to support the efforts of the World Health Organization (WHO) and its member states in the development of their National Action Plans (NAPs) with an intersectoral approach. In the first part, a description of the situation at a global level with respect to the growing problem of the use of antibiotics in raising animals for human consumption, as well as the impacts of intensive breeding systems on ecosystems are presented in this review article; then, the situation in Latin America and the Andean region is analyzed. In the second part, the intersectoral nature of the NAPs in the Andean region and the development of strategic lines of action according to their objectives and progress in their implementation in the animal sector, agriculture, food security, food production and environment are analyzed. Finally, some strategic lines are addressed in order to contribute to the implementation of the NAPs from the experiences of producers and civil society.

KEYWORDS: Bacterial resistance. Antibiotics in livestock and agriculture. National action plans.

Introducción

El plan de acción global frente a la resistencia a los antimicrobianos (RAM) nace en mayo de 2015 en la 68ª Asamblea Mundial de la Salud para hacer frente a esta creciente problemática, destacando que la resistencia bacteriana a los antibióticos (RBA) es el tipo de farmacorresistencia que más urge ser contenida (OMS, 2016b). Las proyecciones sobre su impacto en la salud global son muy decidoras: la RAM se cobra la vida de setecientas mil personas al año y se estima que en el año 2050 serán diez millones de personas que perderán la vida por esta causa (OMSb, 2016a).

La RAM se refiere a microorganismos, como bacterias, virus, hongos y parásitos, que han adquirido resistencia al tratamiento antimicrobiano. La RAM puede producirse de manera natural a medida que los organismos se adaptan a su entorno. Sin embargo, el uso excesivo e indebido de agentes antimicrobianos en el hombre, los animales y las plantas ha acelerado drásticamente su aparición. Por consiguiente, para minimizar su surgimiento y propagación, se requiere un esfuerzo multisectorial y multinacional coordinado y concentrado (OIE, 2016).

En el marco de la RAM, debido al uso inadecuado de antibióticos en seres humanos y animales es que la resistencia bacteriana se está acelerando, y empezamos a quedarnos sin antibióticos efectivos para tratar infecciones que pueden ser mortales. En 2019, la OMS priorizó el problema de la RBA como el sexto problema de salud mundial que debe ser superado, pues de persistir, se pone en riesgo los tratamientos para el VIH, el cáncer, las cirugías y los trasplantes, por citar algunos ejemplos (ReAct Latinoamérica, 2019). La RBA es reconocida como la mayor amenaza para la salud humana en el siglo XXI.

En ese contexto, el Plan de Acción Mundial y los Planes de Acción Nacional (PAN) buscan garantizar, mientras sea posible, la continuidad de la prevención y el tratamiento satisfactorios de las enfermedades infecciosas con antibióticos eficaces, seguros y de calidad garantizada, que éstos se usen de modo responsable y que sean accesibles a todas las personas que los necesiten (OMS, 2016b).

¿Por qué los PAN tienen el carácter de intersectorial?

Uno de los mandatos del Plan de Acción Mundial para que los PAN alcancen sus objetivos es que tengan un carácter intersectorial, es decir, que vinculen a la salud humana, la salud animal, la agricultura y el ambiente y, a su vez, que sumen esfuerzos conjuntos de varios sectores para dar soluciones integrales. En ese marco, los países miembros de la Asamblea Mundial de la Salud desde 2015 han puesto su empeño en elaborar planes, vinculando las áreas de la salud humana y animal, de la producción agrícola y pecuaria, de la acuicultura, del ambiente, de la economía, de la vigilancia y control de medicamentos, de la calidad e inocuidad de los alimentos, y de las sociedades científicas y las universidades.

El enfoque de Una Salud en los PAN

El enfoque integral denominado Una Salud tiene por objetivo promover el diseño de programas, políticas, leyes e investigaciones en el que interactúan varios sectores para lograr mejores resultados en la salud pública. Las evidencias sobre la resistencia a los antibióticos nos demuestran que las bacterias farmacorresistentes se pueden transmitir entre animales y humanos mediante el contacto directo y alimentos contaminados, de modo que para contenerlos de modo eficaz se precisa adoptar Una Sola Salud (OMS, 2017).

El uso de antibióticos en la crianza de animales para consumo humano requiere una mayor respuesta por parte de los PAN

En la mayoría de países, los antibióticos se usan indiscriminadamente y se destinan en gran medida a la crianza de animales de granja, sobre todo para promoción del crecimiento o para la prevención y el control rutinarios de enfermedades. Las razones del aumento mundial en el uso de antibióticos refieren a la creciente industrialización de esta actividad productiva, a los sistemas de cría con bajos niveles de salud y bienestar animal, así como a la propensión de mejorar la productividad y a la baja los precios de los alimentos de origen animal (ARC, 2019, p. 2).

En la producción animal los antibióticos se utilizan para el tratamiento de las infecciones en animales de forma individual o colectiva y son de tres tipos: a) profiláctico, con la intención de proteger a animales sanos que se consideran expuestos a un microorganismo; b) metafiláctico, para evitar la propagación de infecciones de animales enfermos a sanos en una misma unidad de producción; y c) terapéuticos, cuando la infección ya está instaurada (Ministerio de Salud de la Argentina, 2015). Adicionalmente, en las producciones intensivas de bovinos, cerdos y aves, así como en acuicultura, se emplean bajas dosis de antibióticos como agentes promotores del crecimiento. Estos se añaden al pienso de los animales con el fin de acelerar su crecimiento y con ello el rendimiento de la producción. Por otro lado, se sabe que la exposición prolongada a dosis bajas de antibióticos se relaciona de manera directa con una mayor probabilidad de generar resistencia a estos medicamentos. Algunos de los antibióticos utilizados en la producción ganadera son de importancia crítica para la salud humana (Ministerio de Salud de la Argentina, 2015).

De esta forma, el escenario actual muestra que la demanda de proteína animal para consumo humano está aumentando a nivel mundial a un ritmo sin precedentes. Las actuales prácticas de producción animal están asociadas con el uso regular de antibióticos, lo que potencialmente aumenta la presión selectiva sobre las bacterias para que se vuelvan resistentes (Van Boeckel et al., 2015).

¿Por qué debe preocuparnos el uso de antibióticos en la producción de alimentos? Datos globales de su uso en la crianza de animales de granja.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala, que las estimaciones del consumo anual total de antibióticos a nivel mundial en el sector animal varían considerablemente; esto se debe a que los sistemas de vigilancia y recopilación de datos son deficientes en muchos países (FAO, 2016). Un ejemplo son las diferentes cifras estimadas que arrojan varios estudios. En el año 2011 se reportó que 8.500 toneladas de ingredientes antimicrobianos fueron distribuidas en países europeos, con Alemania como el mayor consumidor. En 2016 se estimó que solo en China se administran más de cien mil toneladas de antibióticos a animales de corral cada año y la mayor parte sin presentar monitoreos. En Estados Unidos, la producción de ganado consumió 13 mil toneladas de antibióticos hacia 2009, lo que representa casi el 80% de todos los antibióticos usados en ese país (Fundación Heinrich Böll, 2014).

Otro estudio, publicado por un grupo de expertos, estimó que, en el año 2013, el consumo mundial de antibióticos en los animales, destinados al consumo humano, fue de 131.109 toneladas y se prevé que alcance las 200.235 toneladas para el 2030 (Van Boeckel et al., 2017). Por lo que, a nivel de los organismos internacionales, la mayor preocupación se centra en que dos de las terceras partes del aumento estimado del uso de antibióticos se registrarían en el sector de la producción animal, con pronósticos que apuntan a la duplicación de su uso en la producción de cerdos y aves (FAO, 2016).

El panorama del uso de antibióticos en la crianza de animales para consumo humano en Latinoamérica

Según la FAO, América Latina tiene el mayor consumo de carne per cápita del mundo (58 kg/persona/año) y seguirá creciendo más rápido que el promedio global a con un 6% en la próxima década. La carne de vacuno y aves de corral corresponden al 85% del consumo total de carne y, se prevé que el consumo per cápita de aves de corral crecerá en promedio un 10% hasta el año 2025 (OECD y FAO, 2016). Sin duda, este crecimiento impactará fuertemente sobre los ecosistemas y demandará una mayor cantidad de insumos para la producción y la salud animal y, entre ellos, los antibióticos. Las evidencias sobre los impactos negativos en la salud humana y ambiental del uso de antibióticos en animales cada vez son más evidentes y, a nivel global, desde hace algunos años no solo se están implementando acciones para disminuir su uso en este sector, sino también para evitar el uso de antibióticos de importancia crítica para la salud humana como colistina y otros.

En ese contexto, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), en el marco del Plan Mundial de Acción frente a la RAM y bajo el enfoque de Una Salud, ha promovido un esfuerzo conjunto con la FAO y la OMS para intentar obtener datos más objetivos sobre los antibióticos que se destinan al sector animal. Gracias a este esfuerzo, se han podido proyectar valores en toneladas (Tabla 1), basados en las cantidades notificadas por los países miembros de la OIE. Estas estimaciones incorporan información para el año 2016, de 92 países que notificaron datos de cuatro regiones (OIE, 2020). Para la región de las Américas, la información fue reportada por 13 países, estimando que en el sector animal se han utilizado 19.940 toneladas de antibióticos (Tabla 1).

Tabla 1. Países por regiones que reportaron datos de antibióticos en el sector animal y cantidades notificadas

Regiones de la OIE N° de Países que reportaron datos cualitativos hasta 2016 Cantidades notificadas (en toneladas)
África 20 3080
Américas 13 19940
Asia, extremo Oriente y Oceanía 19 60445
Europa 40 8798
Total 93 92269

Fuente: Informe anual de la OIE sobre los agentes antimicrobianos destinados a ser utilizados en animales – Cuarto informe Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE, 2020).

Los antibióticos de uso más frecuente reportados por 93 países son: tetraciclinas, sulfonamidas, estreptograminas, quinoxalinas, polipéptidos, pleuromutilinas, penicilinas, quinolonas, ortosomicinas, nitrofuranos, macrólidos, lincosamidas, glucofosfopólidos, glucopéptidos, fluoroquinolonas, cefalosporinas, arsenicales y anfenicoles (OIE, 2016).

Pero si bien, existe un reporte de los antibióticos utilizados en el sector animal, pocos son los países a nivel mundial que han publicado este tipo de información, por lo que la OIE ha instado a que estos datos sean públicos a fin de transparentar y evaluar la tendencia en su uso. Hasta la fecha de la emisión del cuarto informe anual de la OIE sobre los agentes antimicrobianos destinados a ser utilizados en animales, Chile es el único país en Latinoamérica que ha publicado dicha información, entre los años 2014 y 2017, reportando que en ese período se han utilizado 631 toneladas de antibióticos (OIE, 2020).

Impactos sobre el ambiente, el suelo y las fuentes de agua. Dispersión de bacterias resistentes.

En los últimos años se ha incrementado la atención hacia los impactos que generan los antibióticos en el ambiente. El uso de antibióticos en animales de granja genera la presencia de estos fármacos en el estiércol y, consecuentemente se observan tasas altas de bacterias y genes de resistencia diseminadas en agua y suelo, así como de infecciones causadas por la resistencia de las bacterias. Otra fuente potencial de contaminación por esta causa es la acuicultura, en la que también se los utiliza para evitar enfermedades en los peces (Rocha et al., 2015) (Figura 1).

En línea con lo anterior, se viene estudiando el impacto de la presencia de residuos de antibióticos presentes en el estiércol animal y que afectan al suelo y las fuentes de agua. Se ha demostrado que concentraciones mínimas de antibióticos presentes en el estiércol de los animales de granja y utilizados posteriormente en tierras de cultivo afectan a las bacterias que participan del ciclo del nitrógeno y que reponen nutrientes al suelo (Society for General Microbiology, 2009). Otros estudios científicos recientes realizados en Latinoamérica han develado la presencia de antibióticos en arroyos y ríos cercanos a granjas de cría intensiva de ganado y pollos (Alonso et al., 2019).

Figura 1. El ciclo de las bacterias resistentes.

Fuente: OPS (2020).

Por otro lado, en la última década se ha despertado el interés sobre los impactos a los ecosistemas producidos por la crianza intensiva de animales para consumo humano. Expertos señalan que el 80% de la deforestación tiene como objetivo liberar espacio para la producción agrícola, lo que conlleva una dramática reducción de la biodiversidad y los ecosistemas naturales, situación que ha multiplicado las oportunidades para la emergencia de nuevos patógenos que afectan a los seres humanos.

Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente realizado en el 2016 sostiene que los animales de granja criados en sistemas cerrados intensivos son particularmente vulnerables a la diseminación de enfermedades debido al efecto de mantener elevados números de animales que carecen de diversidad genética (monocultivo) muy cerca unos de otros. Como resultado de este proceso, la ganadería intensiva es especialmente propensa a actuar como un puente epidemiológico entre la vida silvestre y las infecciones humanas (Nunan, 2020).

La constante expansión de la frontera agroganadera genera una mayor conexión entre animales de consumo y animales salvajes, multiplicando de esta manera los riesgos. El consumo de antibióticos entremezclado con los alimentos genera resistencias que se potencian con el inadecuado uso clínico y la automedicación en seres humanos. Los productos químicos, pesticidas y fertilizantes alteran la calidad de la carne, la leche y los huevos. Así, las herramientas defensivas, especialmente los antibióticos, resultan desbordadas por el surgimiento de “superbacterias” constituidas básicamente por cepas que sobrevivieron a la inadecuada utilización de estos fármacos (Rovere, 2017).

¿Cómo avanza el plan de acción global y nacional en el sector animal y el de la agricultura?

Frente a la desbordante problemática expuesta, la FAO y OIE establecieron en el año 2016 sus planes y estrategias globales para hacer frente a la RAM en el sector animal y la alimentación, los cuales se articulan con el Plan Mundial de la OMS (Tabla 2).

Tabla 2. Objetivos de las Estrategias de FAO, OIE y Plan de Acción Mundial frente a la RAM.

Objetivos de la Estrategia – FAO Objetivos de la Estrategia – OIE Objetivos del Plan de Acción Mundial – OMS
1. Mejora de la concienciación sobre la resistencia a los antimicrobianos y las amenazas conexas 1. Mejorar la conciencia y la comprensión sobre la RAM en el sector animal 1. Mejorar la conciencia y comprensión respecto a la RAM
2. Fomento de la capacidad de vigilancia y seguimiento de la resistencia a los antimicrobianos y el uso de los mismos en la alimentación y la agricultura 2. Reforzar los conocimientos a través de la vigilancia y la investigación 2.Reforzar los conocimientos a través de la vigilancia y la investigación
3. Fortalecimiento de la gobernanza relativa al uso de antimicrobianos y la resistencia a los mismos en la alimentación y la agricultura 3. Apoyar a la gobernanza y el refuerzo de competencias para desarrollar y aplicar los planes de acción nacional 3. Reducir la incidencia de las infecciones mediante saneamiento, higiene y medidas de prevención
4. Promoción de buenas prácticas en los sistemas agrícolas y alimentarios y del uso prudente de antimicrobianos 4. Promover la aplicación de normas internacionales 4. Utilizar de forma óptima los agentes antimicrobianos

Fuentes: Plan mundial frente a la RAM de la OMS (OMS, 2016b), Estrategia de la FAO frente a la RAM (FAO, 2016), Estrategia frente a la RAM de la OIE (OIE, 2016).

Los PAN en América Latina y la región andina se articulan bajo el enfoque de Una Salud, teniendo una coordinación de carácter intersectorial en diferentes niveles. Según la base de datos mundial de resistencia a los antimicrobianos hasta el 2019, a excepción de Bolivia, los países de la región han desarrollado sus planes o están en ese proceso. Ecuador, Colombia, Perú, Chile y Argentina tienen sus PAN desarrollados, mientras el plan de Venezuela está en desarrollo (OMS et al., 2019c).

¿Cuáles son los avances de los PAN en el sector animal y de la agricultura?

En 2018, la OMS, la OIE y la FAO publicaron un reporte sobre los avances de los gobiernos en torno a sus planes de acción nacional. Este análisis también aborda los progresos de cada uno de los objetivos en los sectores de: salud animal, vegetal, de producción de alimentos, de seguridad alimentaria y de ambiente. Estos avances han sido determinados en cinco niveles de acuerdo a la información proporcionada por los países.

Avances en el objetivo 1: mejorar la conciencia y comprensión respecto a la RAM

Con respecto a este objetivo, el informe sobre el Progreso Mundial en el Abordaje de la Resistencia Antimicrobiana publicado en el 2018 destaca que, en la región de las Américas, los porcentajes de progreso en el desarrollo e implementación de acciones de educación y sensibilización en salud animal, vegetal, producción de alimentos, seguridad alimentaria y ambiente son muy variables (OMS et al., 2018a). En la Tabla 3 se puede apreciar en qué porcentaje han avanzado los PAN de cada país en los sectores mencionados.

Tabla 3. Progresos en mejorar la conciencia sobre la RAM en Salud Animal, Vegetal, Producción de Alimentos, Seguridad Alimentaria y Ambiente en la Región de las Américas según el Plan de Acción Mundial OMS-FAO-OIE.

Datos de 28 países que reportaron información
Sector Nivel 1 Nivel 2 Nivel 3 Nivel 4 Nivel 5 No hay datos reportados
Salud animal 25% 50% 7,14% 3,57% 3,57% 10,71%
Salud vegetal 43,30% 10,71% 10,71% 3,57% 3,57% 25%
Producción de alimentos 32,14% 25% 7,14% 7,14% 3,57% 25%
Seguridad alimentaria 32,14% 32,14% 7,14% 10,71% 3,57% 14,29%
Ambiente 35,71% 17,86% 7,14% 3,57% 0,00% 35,71%

Fuente: OMS et al. (2018a).

Según la base de datos mundial tripartita para la RAM, a nivel de la región andina, Ecuador y Venezuela se ubican en el nivel 3, es decir que las acciones de sensibilización y comprensión de los riesgos y de respuesta frente a la RAM, tanto en salud humana como en salud animal, vegetal, producción de alimentos, seguridad alimentaria y ambiente, aún son pequeñas o a escala limitada y dirigidas a grupos focales pertinentes. A su vez, Colombia, Perú y Argentina están en el nivel 4, es decir que se valora que existen actividades en ciertas partes de sus países para crear conciencia sobre los riesgos de la resistencia a los antimicrobianos y las acciones que se pueden tomar para abordarlos. Finalmente, Chile se encuentra en el nivel 5, es decir que hay un proceso más avanzado donde existen campañas a nivel nacional de concientización sobre la resistencia a los antimicrobianos, apoyada por el gobierno, dirigida a todas o a la mayoría de las partes interesadas relevantes con mensajes específicos para cada sector (OMS et al., 2018b).

Avances en el objetivo 2: reforzar los conocimientos a través de la vigilancia y la investigación

El informe sobre el Progreso Mundial en el Abordaje de la Resistencia Antimicrobiana destaca que, a nivel global, 67 países recopilan algunos datos en animales y que apenas 41 tienen datos sistemáticos recolectados. En la región andina, a excepción de Bolivia, según el informe los diferentes países presentan avances en el desarrollo de sistemas de seguimiento de venta y uso de antibióticos destinados a animales, así como en el desarrollo de sistemas de vigilancia.

De acuerdo a la base de datos mundial para la autoevaluación de países de la resistencia a los antimicrobianos, Perú se ubica en el nivel 1, entre los años 2018 y 2019, es decir que no tiene aún desarrollado un sistema nacional para monitorear las ventas y uso de antimicrobianos en animales. Colombia está en el nivel 2, es decir que tiene un plan acordado para el seguimiento de las cantidades de antimicrobianos vendidos o utilizados en animales, según las normas de la OIE. Venezuela y Ecuador se ubican en el nivel 3, sobre la cantidad total de antimicrobianos vendidos o utilizados en animales y el tipo de uso previsto (terapéutico o de promoción del crecimiento). Finalmente, Chile y Argentina se ubican en el nivel 4, es decir que de forma regular se recopilan y notifican a la OIE datos sobre la cantidad total de antimicrobianos vendidos o utilizados en animales a nivel nacional por clase de antimicrobiano, tanto por especie (acuática o terrestre), por método de administración y por el tipo de uso (terapéutico) o promoción del crecimiento (OMS et al., 2019b). Cabe señalar que hasta la fecha no existen reportes sobre avances en el área de la investigación.

Con respecto a los progresos en el desarrollo de un sistema nacional de vigilancia, Perú se ubica en el nivel 1, es decir que no tiene aún un sistema nacional de vigilancia en animales terrestres y acuáticos. Chile se ubica en el nivel 2, ya que cuenta con un plan acordado para el seguimiento de las cantidades de antimicrobianos vendidos o utilizados en animales, según las normas de la OIE. Colombia, Ecuador y Argentina se ubican en el nivel 4, han identificado especies bacterianas patógenas /comensales prioritarias para vigilancia y con información sistemáticamente sobre los niveles de resistencia de al menos una especie bacteriana, lo que implica que cuentan con un laboratorio que sigue los procesos de gestión de la calidad. Finalmente, Venezuela se ubica en el nivel 5, ha establecido un sistema nacional de vigilancia de la resistencia a los antimicrobianos para los patógenos animales, zoonóticos y aislados bacterianos comensales prioritarios que sigue procesos de garantía de calidad de conformidad con las normas intergubernamentales y los laboratorios que informan para la vigilancia de la RAM siguen procesos de garantía de calidad (OMS et al., 2019c).

Avances en el objetivo 3: reducción de la incidencia de las infecciones mediante el fortalecimiento de la gobernanza relativa al uso de antimicrobianos en el sector animal y la agricultura

Durante el año 2018, la OMS reportaba que apenas 64 países a nivel global han limitado el uso de antibióticos como promotores de crecimiento en los animales de granja, siete de los cuales pertenecen al continente americano (OMS et al., 2018a). Hasta la fecha, en la región andina, Ecuador, Perú, Colombia y Argentina han prohibido a través de sus legislaciones el uso de colistina como promotor de crecimiento (ICA, 2019; Ministerio de Salud del Perú, 2019; Ministerio de Salud Pública del Ecuador, 2019; SENASA, 2019). De igual manera, existen en estos países avances en el desarrollo de políticas y regulaciones sobre la prescripción y venta de antimicrobianos para uso animal con diferentes niveles de desarrollo (OMS et al., 2019a).

Avances en el objetivo 4: utilizar de forma óptima los antimicrobianos a través de la promoción de buenas prácticas en los sistemas agrícolas

A nivel global, en el año 2018 se reportaba que 48 países tenían un plan nacional de buenas prácticas de producción en el sector animal, 41 poseían un plan nacional para el sector de producción de alimentos, 38 para el sector de la seguridad alimentaria, mientras que el 11,0% y el 7,8% de los países tenían un plan nacional para los sectores de plantas y medio ambiente, respectivamente (OMS et al., 2018a).

La base de datos mundial para la autoevaluación de países de la RAM entre los años 2018 y 2019 destaca que, entre los países de la región andina, Venezuela, Perú y Argentina se ubican en el nivel 2, es decir que tienen algunas actividades implementadas para desarrollar y promover buenas prácticas de producción. Colombia y Ecuador, por su parte, se ubican en el nivel 3, lo que señala que sus planes han acordado acciones para asegurar buenas prácticas de producción de acuerdo con las normas internacionales (p. ej., Códigos Terrestres y Acuáticos de la OIE, Codex Alimentarius) y directrices a nivel nacional para las buenas prácticas de producción, adaptadas para su implementación a nivel de producción agrícola y alimentaria local. Chile se ubica en el nivel 4, es decir que existe ya la implementación a nivel nacional del plan para asegurar buenas prácticas de producción y orientación nacional publicada y difundida (OMS et al., 2018b).

¿Cuál es el balance del avance de los planes de acción nacional en el sector animal y la agricultura?

Si bien a nivel global y de la región andina los países han tenido importantes progresos en el desarrollo de sus PAN, así como del enfoque intersectorial, la OMS sostiene que aún no hay avances significativos en su implementación. Destacando que, donde más se han concentrado las acciones de los PAN ha sido en el sector de la salud humana, lo que refleja la necesidad de direccionar esfuerzos hacia el sector animal, de plantas y de ambiente. Para la OMS, OIE y FAO, un desafío inmediato por delante es garantizar que los planes de acción no solo estén elaborados, sino que también sean implementados, tengan financiamiento y se vean respaldados por sistemas de seguimiento y evaluación (OMS et al., 2018a).

¿Cómo se puede fortalecer los PAN desde las organizaciones de productores y campesinos?

A partir de la aprobación del plan de acción mundial, la respuesta a la RBA trascendió a nivel global y aterrizó en el nacional gracias a los PAN, pero a nivel local y comunitario luce un aparente vacío. Frente a la evaluación realizada por la OMS, FAO y OIE sobre los avances de los PAN en el sector animal y la agricultura, creemos que, para avanzar en su implementación, los planes requieren del aporte y compromiso de productores y campesinos en el marco de un proceso dialógico que posibilite el empoderamiento y la acción, que a su vez debe comenzar con la participación democrática en la planificación, implementación y evaluación (Calle et al., 2020).

Según la FAO, la agricultura familiar y campesina es un sector clave para lograr el cambio hacia sistemas agrícolas sostenibles en América Latina, el Caribe y el mundo. A nivel de la región, el 80% de las explotaciones agrícolas pertenecen a este modo de producción no solo producen la mayor parte de los alimentos para el consumo interno de sus países, sino que habitualmente desarrollan actividades agrícolas diversificadas, que les otorgan un papel fundamental a la hora de garantizar la sostenibilidad (Salcedo y Guzmán, 2014). Esta cualidad debe ser considerada un pilar al momento de delinear políticas e implementación los planes de acción en el sector animal y la agricultura.

En ese contexto, mejorar la conciencia sobre la resistencia bacteriana y los riesgos para la salud humana y ambiental de pequeños y medianos productores, así como de la industria es uno de los desafíos para el desarrollo e implementación de un programa integral de educación frente a la RAM. Es necesario avanzar hacia un proceso participativo e intersectorial que involucre a productores, a representantes de los gobiernos locales, a la academia, a profesionales de la salud, de las ciencias agropecuarias, de la agroecología y el ambiente, así como a educadores y líderes sociales, para construir líneas de acción desde lo local y de acuerdo a sus contextos. Las experiencias educativas y de sensibilización promovidas por gobiernos locales, organizaciones sociales y de productores de alimentos en torno a la RBA son un ejemplo sobre cómo desarrollar procesos de educación y comunicación bajo el enfoque de Una Salud para el empoderamiento social y la acción en la contención de la resistencia bacteriana (Calle et al., 2020). La clave de estos procesos se centra en la construcción colectiva del conocimiento y la acción, que puede ser un soporte para una transición a sistemas de crianza de animales de granja más sostenibles y sin el uso rutinario de antibióticos.

De igual manera, el afrontar la resistencia bacteriana requiere de promover buenas prácticas en la crianza de animales de granja y el uso prudente de los antibióticos, desde los pequeños y medianos productores. Debemos tener en cuenta que las razas de animales altamente productivas, que se crían de manera intensiva y con condiciones deficientes de higiene, pueden tener poca resistencia a las enfermedades y requieren niveles más altos de uso de antibióticos. Por ejemplo, los pollos de engorde de crecimiento rápido son más propensos a las enfermedades que las razas de crecimiento más lento y generalmente requieren más tratamientos con antibióticos (ARC, 2019). En oposición a esto, los principios y experiencias de la crianza de animales desde la agricultura familiar, campesina y agroecológica que se basan en: sistemas semi intensivos de crianza, en la implementación de instalaciones que garantizan el bienestar animal, en la prevención de la salud con aportes de la ciencia y del conocimiento ancestral, aplican la etno veterinaria y la medicina herbolaria, tanto en la alimentación como en los productos propios de las fincas, y así consiguen diversidad genética y crianza de animales criollos y mejorados (Pacheco et al., 2010). Por tal motivo, deben ser considerados un modelo a seguir para construir estrategias de buenas prácticas que incidan en la disminución del uso de antibióticos y la transición a sistemas productivos más sostenibles. El uso inadecuado de antibióticos está precisamente relacionado con sistemas de producción intensivos y deficientes en bienestar y sanidad animal, por lo que las prácticas de cría de animales que reducen el estrés, la incidencia de enfermedades y el uso de antibióticos deben ser alentadas (ReAct Latinoamérica, 2020).

Existe también una necesidad urgente de tomar medidas en todo el mundo para contener el surgimiento y propagación de la resistencia bacteriana que se origina en el uso inadecuado de antibióticos en los animales de granja. De esta manera, los gobiernos deben adoptar firmes medidas regulatorias para abordar su uso indebido y comprometer a los productores de alimentos a utilizar los recursos adecuados para generar un cambio hacia prácticas agrícolas más sostenibles. En ese sentido, el rol de los gobiernos locales es fundamental para modificar y exigir en su política agraria dichas medidas regulatorias. Es urgente que incorporen a su agenda la problemática del uso de antibióticos en la crianza de animales de granja y que movilicen apoyo técnico y financiero para el desarrollo e implementación de tecnologías y prácticas sostenibles centradas en el bienestar animal, la prevención en salud y la alimentación. La meta debe ser obtener alimentos de origen animal sin el uso rutinario de antibióticos (ARC, 2019).

Otro aspecto fundamental es construir un sistema de monitoreo y vigilancia sobre la base de las experiencias de los productores. Las organizaciones campesinas y agroecológicas tienen un bagaje importante en el desarrollo e implementación de sistemas participativos de garantía local. Estos sistemas guiados por en el desarrollo sustentable y consumo responsable, promueven el control social entre productores y consumidores sobre los procesos productivos para garantizar la calidad de los alimentos.

Por otro lado, es necesario que los gobiernos y las organizaciones intergubernamentales apoyen y promuevan la transparencia de la información con respecto a las cifras de antibióticos que anualmente se utilizan en el sector animal y la agricultura en cada uno de los países. Las preocupaciones con respecto a la salud pública deben prevalecer sobre las de tipo comercial y la recopilación de datos sobre el uso de antibióticos deben ser públicas (ARC, 2019).

De igual manera, se debe considerar que, cuando se aboga por sistemas de crianza más sostenibles, debe estar presente en la discusión que el uso inadecuado de antibióticos en las granjas conduce a la propagación de residuos de estos fármacos, así como de bacterias resistentes que se diseminan por el ambiente. La descarga de antibióticos y la mitigación de los impactos de sus residuos debe considerarse en la legislación ambiental de los diversos gobiernos (ARC, 2019).

Finalmente, las soluciones de fondo deben apuntar a un cambio de modelo de producción, apoyado por políticas de Estado orientadas a reducir el uso de antibióticos promoviendo sistemas de crianza que no sean antibiótico dependientes. El avance hacia modelos sustentables garantizaría que la producción agrícola disminuya el uso rutinario sin afectar la producción en general. A esto se debe sumar el incentivo de prácticas sostenibles de gestión de suelos y desarrollo de alternativas para la seguridad alimentaria y los medios de vida que no dependan de la destrucción de hábitats y biodiversidad (ReAct Latinoamérica, 2020).

Conclusiones

El uso inadecuado de antibióticos en la crianza de animales para consumo humano y la agricultura es uno de los problemas emergentes que requieren una mayor atención por parte de los organismos gubernamentales, la industria de alimentos, los productores, campesinos y la sociedad civil. Si bien las cifras sobre su uso a nivel global varían notablemente y en la región andina la información es muy escasa, la problemática está presente.

El informe tripartito de OMS, FAO y OIE publicado en 2018 (OMS et al., 2018a) sostiene que el reto sustancial en las actuales condiciones es que los PAN sean implementados y tengan el respaldo financiero, apoyados por sistemas de seguimiento y evaluación; en el contexto de la pandemia y de la crisis social y económica global esto corre el riesgo de retrasarse aún más. Por esto, la sociedad civil, las organizaciones de productores, los movimientos de consumidores, las organizaciones ambientalistas, la academia y las ciencias, pueden jugar un importante rol en la visibilización de la problemática del uso inadecuado de antibióticos en la crianza de animales de granja y la agricultura, sus impactos en los ecosistemas y en la exigencia a los gobiernos para que den cumplimiento a sus compromisos con respecto a la aplicación de sus planes de acción.

Referencias

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  1. Agrónomo. Asistente de investigación en ReAct Latinoamérica, Ecuador. carlosbacacela1982@gmail.com
  2. Pediatra. Director Regional de ReAct Latinoamérica, Ecuador. aquizhpe@yahoo.com