Es tiempo de sanar y es tiempo de luchar para que no se repita la contaminación metalúrgica en La Oroya

Dic 14, 2022 | Artículo Ciencia Digna_N02

Zurita Trujillo, Yolanda Elisabeth[1]

Soy Yolanda Elisabeth Zurita Trujillo, Trabajadora Social de profesión, experta en los derechos de la naturaleza por la misma traducción en quechua de mis nombres: Llaully Marka Huayta (violeta flor del pueblo) y Apupa Kuyami Warmi (protegida o querida por Dios). Asimismo, por los conocimientos ancestrales de mis bisabuelos y abuelos, y por ser oriunda del territorio, mal llamado ciudad de los humos y conocida como La Oroya, la quinta ciudad más contaminada del planeta y la segunda con aires más tóxicos según el Instituto Blacksmith[2], ubicada en la región Junín, en la parte central del Perú, distante unos 185 kilómetros de Lima.

La Oroya está ubicada en la zona andina, siendo punto de encuentro de varias regiones del centro, sur y oriente del Perú. En 1922, con la apertura de la actividad metalúrgica, comenzó la producción de barras principalmente de cobre, plomo y zinc, y para producir estos metales la fundición arrojaba toneladas y toneladas de humos tóxicos al ambiente, afectando a la naturaleza y a la salud de la población.

¿Por qué presento este caso? Porque soy parte de ella, porque era una tierra linda, llena de vida y fue maltratada sin compasión; hasta su nombre cambiaron de San Jerónimo de Callampata a La Oroya, incluso actualmente pretenden mochar su historia, tratando de hacer creer que esta ciudad fue creada después del funcionamiento de la empresa metalúrgica, que en realidad es su agresora.

Para el presente informe se utilizó la metodología vivencial, resultado del interactuar en las diferentes actividades cotidianas propias de una comunidad, como las faenas y celebraciones comunales, con nuestros hermanos, en su mayoría comuneros ancianos. Asimismo, se realizó entrevistas a jóvenes bisnietos, nietos e hijos de los que pasaron a formar parte de la Pachamama (los fallecidos), recopilando sus testimonios y sufrimientos que compartieron en sus diferentes conversaciones. Técnicas vivenciales, que muchas veces no nos permite tener los medios de verificación.

La otra técnica utilizada fue la revisión de documentación: informes de evaluaciones de calidad ambiental realizados por el sector privado, estatal y sociedad civil independiente, como también informes de estudios donde se participó directamente en el proceso de estas evaluaciones, como nuestra participación en el año 2005 con la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Saint Luis, Missouri, Estados Unidos, en la realización de un estudio sobre la contaminación ambiental en hogares de La Oroya y Concepción y sus efectos en la salud de sus residentes, que visibilizó que “Los resultados del muestreo biológico (…) confirman la gravedad de la situación de salud comunitaria en la ciudad de La Oroya, especialmente en La Oroya Antigua” [3].

La importancia de esta aplicación metodológica es que mediante las técnicas vivenciales de participación, junto con las fuentes de información documentarias, nos permitió acercarnos a una información científica, porque son basados en los saberes, vivencias e información complementaria.

Cómo fue La Oroya

Fue creada en 1681, con el nombre de San Jerónimo de Callampata, muy cerca a la comunidad de Huaynacancha, solo separadas por el Jatunmayo o río Mantaro, este río lleno de vida, porque sus aguas eran cristalinas. Dice Lucio que su abuelita recordaba que este río era fuente de vida, de animalitos, como los bagres, las chalhuitas, los sapos, y también había plantitas en las orillas y dentro del río. Suspiraba diciendo ¡Qué hermoso era nuestro río Mantaro! ¡así decían nuestros abuelos!

Como son comunidades cercanas, solo separadas por el Jatunmayo, y como por su ubicación geográfica son el centro que une los caminos de la zona del Oriente, del sur y el norte, entonces siempre tenían que pasar al otro bando del Jatunmayo o río Mantaro por un puente oruya o tarabita, que era puentes flotantes o colgantes. Dicen que los caminantes o arrieros se peguntaban si iban a pasar por el Oruya. Como también era referente para citarse a fin de realizar el trueque de sus productos o mercancías, o para sus descansos, aprovecharon para cambiar su nombre de San Jerónimo de Callampata por La Oroya.

Además, existían restos arqueológicos muy cerca de La Oroya, que se cree que eran el centro de almacén y dispensa de productos para la zona central del país en las épocas preincaica e incaica, por encontrase zonas estratégicas conocidas como las refrigeradoras naturales ancestrales.

Antes de 1922, contaron nuestros hermanos mayores de generación en generación que La Oroya era un valle caluroso, con grandes extensiones de vegetación. Era viva y fuente de vida de muchas y diferentes especies vegetales, como las hierbas curativas para la gente del pueblo, por ejemplo la Huamanpinta, muy buena para la próstata y todo el sistema urinario, o la blanca Washa y la Mullaca para los bronquios, e inmensos mantos con Ichu y pastos naturales, junto con plantas nativas, garbancillo, ramilla ramilla, como ¡también! – agrega María- que estos servían de alimentos para los pequeños animales: ch’ariña (saltamonte), jamp´atu (sapo) juch’uylucuy o allallanka kausan (lagartjas pequeñas), yutu (perdiz) wisk’acha (vizcacha), así como ganados lanar y auquénidos como la llama.

Asimismo, los entrevistados coincidieron en manifestar que en La Oroya había propietarios de grandes terrenos de cultivo, chacras de papa, quinua, olluco, cebada, mashua, incluso maíz, justo en la zona donde está ubicada ahora el complejo metalúrgico. Productos que les servían como seguridad alimentaria y también para el intercambio o el trueque

Cómo cambió esta linda tierra

1922 a 1933 – dice Antonio – más o menos entre octubre o noviembre, se escuchaba gritos de dolor ¡Taytalla, Tayta!, ¡Taytalla, Tayta! ¡nos vamos a morir! ¡Es el fin del mundo! Se arrodillaban, lloraban, gritaban, rogando a su Tayta Dios para que les perdone y que cesara esa lluvia de cenizas, cenizas que salían por las grandes chimeneas, claro que estaba botando toneladas de ceniza, que era el arsénico, plomo, entre otros.

Era tan fuerte la agresión a la naturaleza, que dicen que las chacras eran totalmente quemadas por estos humos. Tal como si hubieran pasado mechas de candela (fuego), que incluso fueron afectadas hasta las raíces. La contaminación del aire era fuerte, muy fuerte, durante el funcionamiento de la fundición, es como una densa neblina, es fácil darse cuenta porque se puede percibir a través de los sentidos: se siente un ardor en la garganta, lagrimeo de los ojos y sequedad en la boca, algunas veces acompañados con dolor de cabeza. En el 2009 se presentaron episodios de afectación, tal como comentaban nuestros hermanos mayores. Más o menos en los meses de noviembre o diciembre, como consecuencias de esos días críticos de contaminación por los humos de la empresa, afectó a los pequeños sembríos y plantaciones en los poblados relativamente cercanas a La Oroya, fue como si hubiera pasado candela sobre las plantaciones, quemándoles la parte superior.

Este maltrato, dramático, sin compasión fue matando la vida de nuestra naturaleza y todo lo que forma parte de ellas, la flora, fauna, nuestras costumbres, nuestras prácticas culturales, nuestra identidad ancestral, incluso están rompiendo nuestra organización comunal, nuestra vivencia de solidaridad, nuestra vivencia solidaria del Ayni, la minka, últimamente conocidas como las faenas comunales, que ayudaban y no permitían la existencia de la pobreza.

Actualmente, se visibiliza la muerte de grandes extensiones de terrenos y con ellos todo que existía: flora, fauna, plantas medicinales y chacras cercanas a la fundición se ve calcinadas, de color plomizo blanquecino, y según estudios realizados, son fuertemente afectados con presencia de arsénico, que supera las 4713 ppm[4]. Asimismo, hay presencia de plomo, cadmio y otros metales. Por la misma razón de tener presencia de metales tóxicos en los terrenos, se ha perdido la diversidad de cultivos, siendo ahora suelos sin cultivos, afectando asimismo a la flora, desapareciendo las planta nativas y medicinales, como la Mullaca, Pachasalvia, entre otras.

En cuanto a nuestra agua, esta fundición ha captado una de las ocho fuentes de agua más limpias existentes en la región Junín más limpia y apta para el consumo humano. Usan este recurso exclusivamente y en forma privada para el proceso productivo de la empresa y nos la devuelve contaminada con arsénico y cadmio.

Por otro lado, afecta a la calidad del agua que es para riego de los terrenos de cultivo del valle del Mantaro (Región Junín, Huancavelica y Ayacucho) con las filtraciones de los diferentes depósitos del escorial y los depósitos de trióxido de arsénico, mal presentados como pasivos remediados. Por la filtración y los desagües se presentan con colores rojizo óxido, negro grasoso, lechoso claro y con abundante espuma, todo esto afectando a río Mantaro, conocido como río muerto, que es fuente de riego de los terrenos agrícolas de la parte central de nuestro Perú.

Otra agresión a la naturaleza es la presencia de polvos, que se incrementa en la época de sequía, polvos generados en los depósitos de los desechos industriales como el escorial, que por el calor tienden a secarse y con el viento a expandirse por el aire, perjudicando a los suelos, y por el transporte de los concentrados. Esta es una violación, también, al derecho a respirar un aire saludable, perjudicando al derecho a la vida, su productividad, su estructura de la Pachamama y por ende su derecho a la vida de la naturaleza.

Mayormente los daños generados son irreversibles, imposiblemente reversibles, por haber atentado contra la vida y su derecho de dar vida a otras especies. Ha violado al derecho de un ecosistema saludable y esto, como interdependencia, ha violado el derecho a la salud humana de los pobladores, no solamente de la localidad de La Oroya, sino en un rango de 180 kilómetros de distancia, y esto dependiendo de la velocidad y dirección del viento.

También está afectando al derecho de la vida de un río principal y uno de los más grandes de nuestro territorio, río muerto desde su naciente, porque es afectado por las aguas industriales del territorio de Cerro de Pasco, contribuyendo a esta violación del derecho a la vida propia y de dar vida que tiene el río Mantaro las aguas industriales de otro sector minero de Yauli y Morococha, actividades administradas por empresas transnacionales.

A su vez, estas aguas contaminadas (según consta por estudios realizados) sirven de riego toda la cuenca alta, media y bajo del río Mantaro, afectando a la biodiversidad y al derecho de la vida y dar vida a los valles del Mantaro de las regiones de Junín, Ayacucho, Huancavelica y uniéndose luego al río Amazonas.

Lastimosamente estos daños y violaciones agresivas, destructoras de nuestra naturaleza, no nos permite gozar de nuestro derecho a una salud ambiental y humana, y lo peor es que su recuperación es casi imposible y de querer devolver la vida, será un proceso de muchos, muchos años y con un costo muy elevado que no podrán cubrir los ingresos que se aportan al Estado Peruano, lo que significa que hay más perdida que ganancia, perjudicándose los verdaderos hijos e hijas de la naturaleza.

Los responsables de esta dramática afectación a nuestros derechos

Los responsables, en primer lugar y directamente, son los administradores de las empresas extractivas y metalúrgica como sector privado. Los corresponsables son nuestras autoridades locales: los alcaldes de los distritos de Yauli La Oroya, de los poblados de Huari, Huaynacancha y del distrito de Santa Rosa de Sacco. Y con mayor fuerza los funcionarios (ministros) de los diferentes sectores del Estado: (a) Salud, por no tener un programa de promoción y protección a la salud humana; (b) Ambiente, por no establecer instrumentos de gestión ambiental de protección a la naturaleza y no tener medios correctivos; (c) Agricultura, por la carencia de políticas de agricultura familiar, entre otras; (d) Cultura e interculturalidad, por no proteger y hacer que respeten nuestro derecho a ejercer nuestras tradiciones, nuestra cultura; (e) Energía y Minas, por ser los generadores y dar facilidad a las actividades extractivas, priorizando lo económico frente al sufrimiento de nuestra naturaleza y nuestras vidas; (f) Vivienda, por carencia de políticas para proteger nuestros recursos como calidad de agua y viviendas.

En conclusión, todos los sectores del gobierno, por no tener políticas públicas de protección, respeto y valoración de nuestra naturaleza, y por la falta de voluntad política a fin de construir como proceso de cogestión propositiva con los defensores y defensoras de la naturaleza, porque somos los únicos expertos intérpretes de la comunicación simbólica de nuestra naturaleza, por lo tanto, contribuiríamos mejor para estas políticas, viables para una vida digna, y porque también somos actores importantes es la misma población.

Frente esta violación a los derechos de la naturaleza y la interdependencia de los derechos humana, pido, exijo, 6 ejes de intervención:

  1. La no reactivación del complejo metalúrgico, por su práctica irresponsable y agresiva que atenta a la vida de la naturaleza y a nuestra vida, no solamente de nuestro territorio, sino de otros territorios más.
  2. El control, vigilancia y fiscalización de las otras empresas mineras que está en operación
  3. La remediación, restauración y reparación de nuestra naturaleza afectada seriamente, sin escatimar los costos, porque nosotros y nosotras no hemos generado esos pasivos ambientales.
  4. Un programa o política pública de abordaje de nuestra de salud, integral, especializada, presupuestada, multisectorial, para todos y todas los afectados por metales, metaloides y otras sustancias químicas tóxicas.
  5. La reparación por los daños generados a los territorios afectados.
  6. La participación de cogestión activa de las pobladoras y pobladores de las zonas afectadas desde el diseño e implementación de este abordaje.

Estos ejes deben ser ejecutados simultáneamente, porque la salud de la Naturaleza y la humana es una responsabilidad compartida.

  1. tusuyzurita@gmail.com
  2. https://archivo.elcomercio.pe/sociedad/lima/oroya-quinta-ciudad-mas-contaminada-planeta-noticia-1624283; La Oroya, en Perú, la quinta ciudad más contaminada del planeta (Fuente: Televisa), https://www.youtube.com/watch?v=7QD4rjtBpbY
  3. Avances de resultados de la evaluación de calidad ambiental de los recursos agua y suelo. Data mayo – octubre 2007 “El Mantaro revive”. https://fdocuments.ec/document/el-mantaro-revive-avances-de-resultados-de-la-evaluacion-de-calidad-ambiental-de-los-recursos-agua-y-suelo-data-mayo-octubre-2007.html
  4. Fuente: ídem nota 3, p. 100.